El precio de un producto o servicio refleja el valor monetario tanto de los insumos utilizados en su producción como de su grado de innovación. Pero en los mercados tan competitivos de hoy, debes ser cuidadoso al definirlo para que sea justo y su nivel sirva para impulsar tu negocio.

En términos generales, la forma más idónea de determinar un precio es sumando un margen de beneficio al costo unitario del producto o servicio, y esta práctica debe basarse en la ética.

Sin embargo, la fijación de precios se complica cuando se toman en cuenta valores intangibles como el prestigio de la marca, la innovación y la calidad del servicio al cliente.

Como parte de tus estrategias de ventas, debes establecer precios que sean competitivos dentro de tu mercado, pero que reflejen el elemento diferenciador de tu bien o servicio.

¿Cómo fijar un precio?

Considera los siguientes factores al momento de establecerlo:

1. Identificar y analizar al mercado meta. Definir a tu mercado es el primer paso. Es necesario que conozcas cuál es el espacio de acción comercial donde se moverá tu propuesta. Define el nicho, quiénes serán los clientes potenciales, qué les gusta, qué consumen, qué buscan, qué edad tienen y demás.

2. Conocer la oferta de la competencia. No tener competencia nunca es bueno, porque siempre es mejor tener un punto de referencia en el mercado. Sabiendo quiénes son tus competidores podrás evaluar un sinfín de asuntos interna y externamente, como ¿cuál es el precio más competitivo en comparación con la competencia?

Haciéndote preguntas y analizando la información podrás saber si tu precio es muy bajo o muy elevado. Para competir en el mercado, debes hacerlo en diferentes frentes y el precio es uno de ellos. Razona, compara y fija tu precio.

3. Cómo es tu producto o servicio. Definir las cualidades y las características de tu bien o servicio es una de las prioridades. Es importante saber que tan complejo o sencillo es.

Los especialistas indican que un producto es sencillo cuando es poco duradero, mientras que el complejo es mucho más duradero. El sencillo es ese bien que se usa una vez, para una necesidad básica, se gasta y, por tanto, su costo es bajo. En el caso del complejo, está diseñado para usarse en varias oportunidades y su valor es mayor.

4. Considerar costos variables y fijos. Aunque parezca simple, este es un consejo que debes seguir  al pie de la letra. Para fijar el precio de tu producto, tienes que estimar a cuánto ascenderán los costos variables y los fijos.

Los gastos que haces mes a mes son los fijos, e incluyen el costo de la nómina, los servicios, el alquiler y demás. Los variables son aquellos que están relacionados con los insumos que utilizarás en la producción del bien o servicio y de la cantidad que produzcas.

5. Determina la utilidad que quieras tener. Sabiendo ya cuánto es el costo de producción, debes pasar a decidir cuánto aspiras ganar con la venta de cada unidad.

Lo mejor es que hagas ese procedimiento por porcentaje. Puede ser del 25% o 30%, o el que creas conveniente. Ten en cuenta al mercado y a tus competidores a la hora de determinar ese porcentaje, ya que lo mejor para el negocio es que seas realista.

6. Analiza la propuesta de valor que tienes. Tienes que ver sin apasionamientos qué es lo que estás ofreciéndole a tu clientela y a tus futuros consumidores: si el producto resolverá a cabalidad sus necesidades, si es una combinación atractiva de calidad y precio, y si de verdad es eficaz.

Cuando decides emprender un negocio es porque estás convencido de que lo que ofrecerás será de utilidad y gran valor para los consumidores. Sin embargo, que el amor por tu producto o servicio no te ciegue.

Pon los pies en la tierra, considera los datos duros sobre tu mercado y tu proceso de producción y usa la fijación de precios como una estrategia que responda de manera óptima a tu inquietud de cómo hacer crecer tu negocio.

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